El estudio de textos teatrales se ha beneficiado mucho de los avances teóricos del estructuralismo y de la semiología. Se reconoce la especificidad del texto teatral, pero su enfoque sigue siendo problemático en la práctica común, como si fuera absolutamente necesario beneficiarse de la representación para que el objeto fuera completo y satisfactorio.
Sin embargo, no es posible ceñirse a un enfoque impresionista de los textos o negarle todo aprendizaje al papel del lector. Por ese motivo, esta obra considera la lectura como la exploración de diferentes pistas, se trate del espacio y el tiempo, de la focalización sobre el personaje o del aporte reciente de la lingüistica en el enfoque del diálogo. El autor presenta numerosos ejemplos de análisis sin que nunca la escena sea invocada para explicar o justificar el texto. El comentario de dos textos. DON JUAN de Molière y FINAL DE PARTIDA de Samuel Beckett, ilustra concretamente el camino del autor. Todos estos análisis se consideran como tantas otras pistas que la escena tendrá en cuenta o recusará. Se trata, en definitiva, de renovar el apetit de lectura captando el texto teatral en su especificidad, sin la escena pero en la tensión y el movimiento que lo proyectan siempre hacia una escena futura.