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ARTEZ nº 207 (Noviembre/ Diciembre 2015)



ISBN: artez 207

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Advertencia para pusilánimes: todo lo que sigue es un artificio, un pensamiento atrofiado, una manera de estar en este mundo caótico en el que solamente se salvan los poetas. Nadie tome lo que sigue como un manifiesto ni una declaración de principios ni de finales. Empiezo a escribir esta editorial en un avión con destino a Menorca, para asistir a la ceremonia de proclamación del vencedor del Premi Born de 2015. Ayer salí de Cádiz, estuve rodeado de amigos y conocidos iberoamericanos a los que admiro y en todos los casos respeto pese a mis profundas distancias estéticas o ideológicas con alguno de ellos.
En estos ambientes, uno desarrolla su sentimiento de pertenencia. El teatro por encima de toda contingencia. Pero una vez fuera de esos microclimas en los que te pasas veinticuatro horas sobre veinticuatro viendo, leyendo, discutiendo, soñando teatro, la realidad es muy tozuda. La desconsideración de los dirigentes políticos en cuestiones culturales es insultante, la poca certidumbre que generan sobre el futuro es desconcertante y en ocasiones puede generar parálisis. Es por eso que hablando de la buena vida, de los sueños utópicos, del vino, de la creación, del teatro actual o las dramaturgias expandidas, dándonos cuenta que entramos en nuestros veinte años como revista, es cuando a uno le da por pensar sobre el testamento vital que debería uno firmar al empezar cualquier proyecto, ya sea una institución, una compañía, un premio, un festival, una editorial o una revista.
En lo personal uno lo tiene muy claro, uno puede escribir y dejar firmado en plenas condiciones físicas y mentales, hasta dónde quiere sufrir. Dónde establece esa línea que no se quiere atravesar, que puede ser en el umbral del dolor o de las dependencias o de las consideraciones propias de estar vivo. ¿Pero cuándo sabemos que debemos cerrar una compañía, un grupo, una revista? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a disminuirnos, a sobrevivir, a hacer las cosas por un instinto confuso de supervivencia pero sin más arraigo que ese impulso vegetativo.
Yo no quiero vivir si mi memoria es una esponga sucia, o si dependo de otros seres humanos o máquinas para mantener mis constantes vitales. ¿Hasta dónde estoy dispuesto a mantener esta revista viendo que se deteriora, que está al borde del colapso económico, de que es necesario revisar todos sus principios, su funcionamiento, su utilidad?
Quizás estas decisiones se deben tomar no solamente entre los que la sustentamos y hacemos, sino con la intervención de quienes nos leen, con alguna conexión con quienes deben proteger y procurar la existencia de estos proyectos. Pero no está el horno para bollos. Deberemos hacerlo con prudencia, sin asustar, con la comunicación previa a colaboradores, proveedores, anunciantes y suscriptores. No vamos a hacer ruido cuando lo decidamos, ni vamos a montar acciones de solidaridad ortopédica y banal para mandar cartas a nadie. No lo hicimos para nacer, no lo haremos para administrarnos la muerte digna, si es que tomamos esa decisión.
Porque estamos en esa reflexión interna que dura una eternidad. ¿Para qué nos esforzamos? ¿A quién interesamos? ¿Quiénes son realmente los que nos transmiten energía positiva para continuar? ¿Existe alguna posibilidad de que tras las elecciones generales cambie la actitud de las instituciones estatales dedicadas a las artes escénicas? Siento vergüenza al contestarme estas preguntas, porque es casi colocarse en el filo de la navaja. Es cuando todo se reduce a una decisión personal, a saber si se encuentra algún resquicio por algún lado que ayude a seguir sin las ganas tremendas de denunciar tantas y tan vergonzosas actitudes. Y voy a seguir siendo un cobarde que calla, pero lo hago por amor al Teatro, que no necesita de más soberbios y egocéntricos que reivindiquen únicamente lo suyo.
Por eso hay que recordar que existen Festivales que llaman a la convivencia, a la reflexión, al crecimiento, que se hacen siguiendo ideas y guías éticas que lo enmarcan y que cumplen una treintena de años, como el FIT de Cádiz. Que una sociedad civil como el Centre Artístic de Ciutadella de Menorca acaba de celebrar la cuatrogésima edición de su Premi Born, que existen en este mundo nuestro vocaciones tan claras como la de Etelvino Vázquez que cumple también treinta años de su última casa común Teatro del Norte.
Por estas cosas y otras muchas más, por los ojos de esos estudiantes que escuchan una clase magistral de Eugenio Barba, de esas actrices que buscan desesperadamente textos en las baldas de nuestra librería para su próximo montaje, por esos profesores que se preocupan por formarse, aprender, crecer para poder enseñar mejor, por ese autor que todavía confía en la capacidad de la palabra para transformar el mundo son por la que vamos a mantenernos en la duda, aplazando la decisión de dejar un bonito cadáver veinteañero.
Algunos pasaremos a la reserva o nos reservaremos un poco más, pero mantendremos lo básico, esta revista, con las páginas justas, las que podamos pagar y la frecuencia actual, cada dos meses. Nuestro periódico digital, www.artezblai.com al que daremos un nuevo giro, lo haremos más ágil y fresco, dedicado de manera más clara a lo actual en todo el planeta. La editorial seguirá procurando textos dramáticos de nuestros días, buscando ofrecer nuevas voces de otras dramaturgias, de otros puntos del globo. Es nuestro cambio más sustancial, buscar relaciones con otros puntos creativos, otras lenguas, no solamente de Iberoamérica, sino de toda Europa. Mantendremos nuestra línea de libros de Teoría y Práctica que tantas satisfacciones nos ha deparado en estos años, implementaremos nuestra fusión fría con la mexicana Paso de Pato incrementando algo tan fructífero como la co-edición ya iniciada con Las acrobacias del espectador de Gabrielle Sofia.
Hemos acabado el año sin ayudas ni subvenciones de ninguna institución, ni para la revista, ni para el periódico ni para editar libros, ni siquiera para convocar el Premio Internacional de Investigación. No es un orgullo, es un castigo, una realidad. Pero vamos a disfrutar de esta libertad sobrevenida. Vivimos con sobresaltos entre las contradicciones propias y las incongruencias ajenas. Pero como hemos dicho otras veces no somos unos alucinados que estamos por encima de las contingencias. Nos hemos sacrificado unos más que otros por seguir con esto para adelante, pero como estamos pensando en dónde colocamos la línea roja, en cuanto veamos de manera más clara la imposibilidad de continuar en las condiciones mínimas, iremos cerrando capítulos, escenas o secciones.
Feliz año. Muchas gracias a quienes nos soportan.

artez 207

Ficha técnica

Editorial
Artezblai

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