El actor y la supermarioneta

Las ideas de Gordon Craig estaban muy por delante de su tiempo. Creía en el director escénico como el creador definitivo, que debía dar unidad a las puestas en escena. Propuso un arte del teatro en el que la realidad, en lugar de ser reproducida miméticamente, sería revelada y desentrañada por las alegorías.

Creó el concepto del actor como supermarioneta, cuyas acciones no tendrían que estar motivadas psicológicamente, sino que deberían ser simbólicas. El actor debe ser como una máscara para que el público termine de dilucidar.

La supermarioneta propuesta por Gordon Craig es un concepto teórico, una figura ideal que sirve como modelo de sugerencia estética que permite una nueva mirada sobre el trabajo del actor. Y las reflexiones que sirven de base para la formulación de dicha figura abren, todavía hoy en día, un enorme y riquísimo campo de experimentación en el arte del teatro que no debería ser desaprovechado por los creadores.

Las ideas de Gordon Craig respecto del culto de la personalidad del actor y su crítica radical del realismo tienen enorme significación hoy, cuando el arte del teatro muchas veces está contaminado con las formas provenientes de los medios de comunicación masiva, que sólo ofrecen modos de expresión uniformes y condicionados.

La indagación sobre una forma pura, lo primordial de la expresión, la búsqueda de contenidos esenciales, la convicción de que el camino del arte es una tarea de invención permanente y no de imitación servil, hacen que las ideas expuestas en El actor y la supermarioneta puedan servir de base, también en nuestros días, para un proyecto que encamine la siempre necesaria renovación del arte del teatro.

Los escritos de Gordon Craig han influido en muchos de los transformadores del arte del teatro del siglo XX; entre otros, a Konstantín Stanislavsky, Vsévolod Meyerhold y Bertolt Brecht.