El teatro de Álamo no plantea creencias, sino que desvela evidencias olvidadas u ocultas. A nadie se le escapa que la vida no llega con el ser humano y nadie tiene certeza alguna sobre qué pasará tras su desaparición, si ésta llegara a producirse. El autor parte de esa misteriosa condición para dejarnos asistir al sinsentido de las prisas de una hija que duda de la salud mental de su madre porque ha oído hablar a las cucarachas. La anécdota no puede ser más nimia: Nuria quiere vaciar el piso porque necesita dinero y para ello, llevará a su madre a vivir a una residencia. Pero la madre ha oído hablar a las cucarachas. Lo único que Nuria entiende es que si hay cucarachas, hay que exterminarlas. Las viejas heridas que una y otra mujer muestran y lamen reiteradamente sin llegar a ningún punto de encuentro, resultan ridículas ante la angustia de los dos insectos luchando desesperadamente por salvar la vida en un cuarto de baño envenenado del que no hay salida. Obra para dos actrices.