Segundo acto

Un actor de comedia, acompañado por su perro, convierte el pequeño teatro donde actúa en un lugar fantástico, gracias a distintos paisajes hechos con luces y sombras que proyecta sobre el escenario. La imaginación, acompañada de la música, las acrobacias y la danza, atraparán a los espectadores -dentro y fuera del libro-, quienes encontrarán en las ilustraciones de Marco Chamorro referencias al estilo de Van Gogh, Klee y Klimt.

Un valiente actor trabaja por las noches preparando los escenarios donde actuará al día siguiente. Acompañado de su siempre alegre perro, corta, pinta y colorea papeles para inventarse lugares que visitar donde arriesgarse ante lo desconocido, siempre acompañado por el poder de una extraña música: la noche en que aprendió a hablar con una ballena mágica nadando en la arena del desierto; el viaje que hizo en un barco minúsculo de papel, guiado por las estrellas y por una misteriosa música que parece llegar desde la luna; la carrera bajo el mar guiando a miles de peces de brillantes colores, tortugas, cangrejos, estrellas de mar y hasta una orca con una flauta hecha con el hueso hueco de un dinosaurio marino; el día que aprendió a silbar y su cuerpo se hinchó hasta salir volando sobre la selva; o la vez en que atravesó el bosque encantado cantando sobre una rueda.
Esta obra, dedicada por el autor "a los que pintan, bailan, escriben, cantan y actúan como si fuera el último papel que interpretarán en sus vidas", es un reflejo íntimo, de quien da su trabajo como quien se da a sí mismo.