Siempre fiesta

Tras la cena de Nochebuena, María entra en una profunda depresión para la que no encuentran remedio. Hasta que descubren que lo único que le hace reaccionar es la retirada de los adornos navideños. Decididos a ayudarla, toda la familia se pone de acuerdo para volver a celebrar la cena de Nochebuena, tras la cual, María vuelve a quedar sumida en el terror. Y vuelven a celebrarla día tras día, convirtiendo el ritual de la celebración en una rutina insoportable que acabará destrozando la familia.

Basada en el cuento de Heinrich Böll No siempre en Navidad, la obra refleja cómo nuestro mundo de nuevos ricos, donde el consumismo se ha impuesto como forma de vida en los salones de nuestras casas y alrededor de los cubos de basura de los supermercados, está formado de burbujas. E igual que sucede con la burbuja inmobiliaria y con la burbuja financiera, ocurre aquí con la burbuja felicitaria: mientras se hincha, rebosamos felicidad y nos parece que la realidad consiste en ser felices. Pero, ¿cómo construimos la burbuja que habitamos? ¿Cómo hemos llegado a creer que tenemos derecho a ser felices?

Cuando la felicidad consiste en una burbuja, en lo que realmente nos hemos convertido es en seres frágiles y temerosos de que la burbuja explote. Y la burbuja exige grandes cuidados, exige sacrificios, exige una dedicación cada vez más exclusiva. La burbuja es una especie de melaza pegajosa, como esas masas informes de las películas de terror alienígena. La burbuja es un miedo, una tarea. La burbuja es negación de la realidad y va contra la vida real.

La Navidad es el momento en que cristalizan en armonía los buenos deseos, el consumismo desmesurado, la hipocresía, la burbuja protectora de la familia, los conflictos soterrados y la insensibilidad más exasperante, en la obligación de ser feliz y demostrarlo. El salón de la casa familiar se convierte en un mundo feliz en miniatura, al margen de lo que pueda estar pasando un poco más allá. Es decir, en algo aterrador.

Personajes Obra 1