Las troyanas

Los siglos pasan, los conflictos permanecen. El tiempo nunca cesa, pero la condición humana parece no cambiar del todo, parece no aprender, no madurar; a menudo sigue emboscada persiguiendo sueños de poder, violencia y dominación; a menudo engaña para conseguir sus propósitos. Y lo que es más impactante es que las reglas no escritas de cualquier guerra, en cualquier rincón del mundo, en cualquier momento a lo largo de la historia no han cambiado sustancialmente. El vencedor no sentirá piedad hacia el vencido. Los hijos de los que sobrevivan serán humillados y exterminados. No habrá respeto por los dioses de los derrotados. No habrá compasión para las mujeres del bando perdedor. La victoria será en realidad más amarga que dulce, porque las guerras no terminan del todo. Los vencedores se dejaran llevar por una sed insaciable de venganza y crueldad. Y tal vez el peaje por haber ganado sea el principio de su perdición. Por otra parte, como diría Brecht, el pueblo llano del vencedor ¿también gana la guerra?

En definitiva hablamos de la humanidad, de las élites, de quienes sufren la guerra, y lo hacemos a través de las cicatrices, mejor de la heridas abiertas que deja la guerra tras de sí. Y hablamos por boca de Eurípides y Las troyanas. Un texto ...duro, amargo, beligerante, piadoso y profundo, surgido de la experiencia del autor en la guerra del Peloponeso que, lamentablemente no ha perdido vigencia a pesar de los siglos transcurridos. Un texto de rabiosa contemporaneidad, tanto por su estructura dramática como por su contundencia temática. Las Troyanas es el después de guerra vista por Eurípides a través de los ojos de la mujer. Desde ese momento las mujeres pasan a ser esclavas. Sus maridos y sus hijos han sido devorados por la muerte en un asedio y combate de diez años. Ha sido una guerra que un invasor inició quizá por otros motivos que los expresados abiertamente, y que ha vencido gracias a una innoble estratagema.

Pagina tras página van desfilando la reina Hecuba, rey troyano de facto ante la aniquilación y ausencia de todo troyano, Casandra, Andrómaca, Helena, las mujeres troyanas... A su lado el cansancio de Taltibio, la soberbia de Menelao y la decapitación de unos dioses neuróticos, caprichosos, casi expulsados, en definitiva inservibles.