El jardín de los cerezos. El aniversario
ISBN: 84-16-10711-4
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Antón Chéjov fue el creador del llamado "nuevo drama" que se caracteriza por la novedad del conflicto, el rechazo de la intriga directa, fusionando lo dramático, lo cómico y lo lírico. Tenemos que leer entre las líneas, intuir qué el autor nos lo da a entender a través de las acotaciones, pausas, cuadros de la naturaleza que utiliza de fondo, sentir que nos insinúa que hay toda una corriente subterránea de ideas y sentimientos.
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El jardín de los cerezos es una obra lírica en cuatro actos de Antón Pávlovich Chéjov, escrita en 1903. La obra comienza como comedia, pero al final encontramos características de lo cómico y lo trágico. Antón Chéjov fue el creador del llamado "nuevo drama" que se caracteriza por la novedad del conflicto, el rechazo de la intriga directa, fusionando lo dramático, lo cómico y lo lírico. Tenemos que leer entre las líneas, intuir qué el autor nos lo da a entender a través de las acotaciones, pausas, cuadros de la naturaleza que utiliza de fondo, sentir que nos insinúa que hay toda una corriente subterránea de ideas y sentimientos.
El jardín de los cerezos trata de cómo surge, de un modo inadvertido, el drama interior de una persona incapaz de adaptarse al nuevo orden de vida.
La principal característica de la obra es el simbolismo que crea Chéjov. El protagonista de la obra no es una persona, sino la imagen del jardín de los cerezos -podríamos decir que es el símbolo de la nobleza rusa-. En la obra se plantea el hecho de talar el jardín, mientras en la vida real se deshacían los nidos de la nobleza. Muere la antigua Rusia -muere el antiguo régimen- y Chéjov lo representa a través de los personajes como Ranevskaya o Gaev. El autor presentía grandes acontecimientos sociales con sus cambios inevitables, veía el declive económico y la próxima desaparición de las clases altas rusas, demostraba la inversión de los papeles donde los hijos adinerados de los antiguos siervos tomaban el mando en la sociedad Rusa arrinconando a la aristocracia con su modo irrecuperable de ver y vivir la vida.
El jardín de los cerezos en un tiempo pasado fue un negocio, pero ya no da beneficios. Guardaba en la blancura de sus flores sólo la poesía de la vida señorial. Este jardín crecía y florecía para capricho, para alegrar la vista del esteta.
Los personajes de esta obra intentan agarrarse a su belleza añorada, y su actualmente inútil vida, que el autor destroza con lagrimas en los ojos ante la llegada de nuevo orden social. La vieja Rusia, dueña de esclavos, apegada a las viejas tradiciones, zozobra, pero el futuro no va a detenerse por ello.