Los satisfechos*

Yo creo que se hacen los muertos ¡Juegan!  ¡Juegan como lo que son: niños!  Niños muertos.
Derramaré el agua sobre  tu aleve frente, te curaré la herida del costado y, más allá de la espesura,  por ver si vuelves, te hablaré de la jara, de la lluvia que susurra, de unos  ventanales donde abruma la luz que cicatriza el miedo y los llantos. Pero ya  te has despedido y no te encuentro; no sé cómo hacerte volver. No puedo. No  puedo.
Apenas los descuelgo, se pudre la rama que abrazó la soga, la copa  se deshoja, amarillea la corteza todo el árbol se seca, como si se muriera  con ellos. Y solo queda un esqueleto plantado en algo que una vez fue  alameda.
Cada cierto tiempo, les llevo flores: hojas de violeta para el  árbol, y amapolas a los muertos.

Los Satisfechos

No hay apenas concesiones ni a la tranquilidad ni al consuelo, porque hay demasiada pobreza, demasiada oscuridad, material y espiritual, en esta obra. En el marco del debate entre el realismo y el antirrealismo, Los satisfechos se sitúa en un espacio fronterizo. La deformación grotesca de las situaciones y los personajes no desemboca en la destrucción de las referencias reales, al contrario, manifiestan una profunda vocación realista, porque pueden ser fácilmente imaginadas e interpretadas por el espectador en la época de manipulación, crisis y corrupción que estamos viviendo.
                                                                                                                                                                                                                  Pilar Bellido (Universidad de Sevilla)

El teatro como provocación: una dramaturgia en tiempos de catástrofePor esto los libros son importantes. Al leer tus palabras, tu historia y la de tus compañeros de Trasto Teatro vuelve el ejemplo de la doble naturaleza de nuestro oficio. El teatro puede ser entretenimiento encantador, exquisitez estética, provocación intelectual. Pero el teatro es también el arma que nos ofrece a nosotros, indefensos, la posibilidad de defender nuestra interioridad y de no ser condescendientes con el espíritu del tiempo.
                                                                                                                                                                                                               Eugenio Barba (Odin Teatret)

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Raúl Cortés (Morón de la Frontera, 1979). Dramaturgo.
Licenciado en Dirección de Escena y Dramaturgia, por la Escuela Superior de Arte Dramático (Málaga), y en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense (Madrid). Miembro fundador de la compañía andaluza Trasto Teatro, al frente de la cual combina su faceta de dramaturgo con la dirección escénica. Ha publicado las obras Trilogía del desaliento (2010) que incluye las obras "Contadoras de garbanzos", "No amanece en Génova" y "No es la lluvia, es el viento"; Contadoras de garbanzos (2007); El Capitán Flick (2006) y Tagoror (2004). Además delManifiesto del Teatro de la Decepción (2010) y el estudioEl teatro que hicimos cuando parecía imposible... (2005). Ha sido distinguido con el Premio de Creación 2011 (Cáceres) por No es la lluvia, es el viento. Así como con la Mención Especial del Jurado en el X Encuentro Internacional de Teatro de Azul 2009 (Buenos Aires-Argentina), el Premio Escena Joven 2008 (Málaga) y el X Premio Internacional de Teatro de autor Domingo Pérez Minik 2007 (Canarias); todos ellos por Contadoras de garbanzos.

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Raúl Cortés

Los Satisfechos
Introducción de Pilar Bellido
Epílogo de Eugenio Barba

Personajes Obra 1