Zaguán del cielo
ISBN: 84-697-1644-1
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Es un claro homenaje a Perú, no restringido a su visita a Cuzco, aunque predomina ese enamoramiento de la esplendorosa ciudad inca. De hecho, 'Zaguán del cielo', título del libro, que responde al nombre de un barrio de Cuzco, y la ilustración que aparece en la portada -la piedra de los doce ángulos de un palacio inca- son indicativos imprescindibles, evidentes muestras para conocer el origen que pudo haber tenido esta serie de poemas del inolvidable e irrecuperable Gontzal Díez. Pero existe una amplitud de miras y de sentimientos, una penetración, que amplía y profundiza en ese origen. Títulos como 'Mama Quilla', 'Vals criolllo', 'Tumí', 'Flor de kantu', o 'Despertar en Lima' son distintas pruebas de donde y por qué surgieron estos versos en la mente del compañero, periodista y poeta, ausente para siempre desde la fatalidad. Aún más: la evocación que aparece en el libro sobre César Vallejo y Oquendo de Amat -más que considerables y respetados poetas, quienes, peruanos de nacencia, saltaron los muros de la distancia- insiste en esta amplificación de las raíces de los poemas que conforman este libro.
La poesía de Gontzal es que no ofrece misterios indisolubles, ni precisa argumentos imprescindibles, para ser saboreada con el gusto de la exquisitez. Ni es complicada en sus hechura, ni dificultosa en su entender. Surge, a veces, como juegos o un dejar hacer, y hay que leerla con libertad, sin sometimientos. Es el mejor método para entender que el poeta sea capaz de encontrar el encanto de «un dibujo de ballenas con un arco iris en las amígdalas, y un pájaro con un jueves en el pico»; también, que localice un lagarto de bronce y fiebre, o que se convierta en una imagen de cada día que «los perros de Cusco orinen oro en las esquinas sagradas». Junto a estas anómalas vivencias, puede hallarse en esta sucesión de poemas una tendencia humanística, con fuerza suficiente para intercalar esas imágenes literarias con unos síntomas personales, porque es raro el poema en el que no aparece la persona -el propio Gontzal-, y sus consecuencias, como la música, la palabra o el beso. 'Zaguán del cielo' desprende, sobre todo, un intimismo que se impone a las situaciones que el poeta vive, y a los paisajes por los que transita. Y expande una serenidad melancólica, una añoranza apresurada, que no se asemeja a la blandura de la debilidad.