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Cuentos y leyendas inmigrantes



ISBN: 84-612-1625-3

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Estos Cuentos Inmigrantes reflejan el repertorio de relatos tradicionales, de creencias, de símbolos, que muchas personas de otros países y culturas traen consigo cuando vienen a instalarse en España, y a enriquecer nuestra cultura con la cultura de ellos. Las apariciones, los fantasmas, los duendes, las brujas que se pasean por estas páginas, han saltado el mar para quedarse entre nosotros. Para alumbrar la cultura de voces, de gentes, de colores mezclados del presente. Y para ir preparando la cultura del futuro: más internacional aún, más fascinante, más rica. El Tío Conejo convence al Tío Coyote de que beba el agua de la laguna (II) Es una versión del que conté la vez pasada. Luego se volvió a encontrar el Tío Coyote al Tío Conejo, y le dijo que fueran a la laguna. Y , entonces, al ver la luna reflejada en el agua, dijeron: -¿Por qué no nos comemos ese enorme queso que está en la laguna? Comencemos a tomar el agua de la laguna para poder comerlo. Entonces, comenzaron a tomar agua de la laguna, a tomar, a tomar, a tomar, a tomar. Y el Conejo, como siempre el más listo, hizo como que tomaba. Y no tomaba nada. Y el pobre Coyote comenzó a decir: -Tío Conejo, no puedo más. -Vamos, que todo lo que es bueno cuesta. Y siguió tomando, y tomando. Y el asunto es que, al final, le comenzó a decir: -¿Sabe qué, Tío Conejo? Se le está saliendo —lo voy a contar con algunas palabras soeces—, se le está saliendo el agua por el culo. Y, entonces, se fue a la milpa. La milpa es el sitio donde crece la mazorca de maíz. Nosotros la decimos zolote a la mazorca de maíz que ya no tiene granos. Y se la metió por el culo. Entonces, pudo seguir tomando el Tío Coyote. -¡Vamos, tenemos que terminar! Y siguió tomando. El Conejo siguió, siguió, siguió haciendo como que tomaba. Y al pobre Coyote [le] dijo al cabo de un rato: -Se le está saliendo el agua por las orejas. Entonces, [Tío Coyote] se fue a una colmena y agarró cera y se la puso en los oídos. Y siguieron, y siguieron, y siguieron tomando agua. Bueno, siguió el Coyote más bien, porque el Conejo solo hacía como que tomaba. Y, al final, al cabo de un rato, el pobre Tío Coyote explotó. Y ese es el fin del cuento. Colorín, colorado. (Jesús Herrera Espinoza, 30 años, Managua, Nicaragua)

84-612-1625-3

Ficha técnica

Editorial
Palabras del Candil

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