Apreciación y práctica en torno a la escuela cubana de ballet
ISBN: 84-943713-8-X
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Desde los tiempos que podemos llamar la prehistoria del ballet, los libros metodológicos y de ejercicios han sido una fuente básica tanto en el aprendizaje de la propia danza académica como en su estudio teórico, y es en ellos donde encontramos las particularidades troncales a los estilos, su desarrollo y su presencia en las obras coreográficas. Estos libros son a la coréutica lo que los diccionarios de gramática a la lengua y algunos de ellos tienen hoy una merecida fama, como es el caso del de Agripina Vagánova o el menos conocido para el reglado de las danzas de carácter Nina Mijailovna Stukólkina, ambos gestados en San Petersburgo (Petrogrado-Leningrado), cuna de la escuela balletística de la Venecia del Norte. Tanto Vagánova como Stukólkina se encontraron en su momento con un cierto vacío conceptual en sus respectivas especialidades, con una montaña babélica de ejercicios y formas que debía ser llevada a un compendio ordenado.
La antigua frase popular de que «cada maestro va con su librillo» se hace patente en la danza y el ballet españoles en particular (dándose idéntico casos tanto en la enseñanza del ballet académico local como en las distintas modalidades de la danza vernácula, algo que incluye hasta la estilización del folclore y el flamenco). Y ha sido, con toda probabilidad, uno de los factores de disgregación y poca productividad en cuanto escolástica, aun contando España con artistas singulares y reputados maestros; esta siempre dolorosa afirmación debía ser materia de análisis y, a la par, cabría preguntarse cómo es realmente el caso de Cuba y qué lo explica, su riqueza y particularidad en el ballet académico, en un pequeño país sin tradición que sí ha conseguido su propia Escuela de Ballet con un reconocimiento prácticamente universal. No es obvio apuntar que se trata de procesos largos, en algunos casos de décadas y generaciones, y en las más antiguas escuelas e instituciones, de siglos. Por todo ello, debemos alegrarnos de que este libro vea la luz en España, y que se divulgue en lengua castellana.
La pertinencia de una metodología, de una ordenación progresiva del trabajo didáctico y formativo, ha demostrado su utilidad sobradamente, y sería tan largo como ocioso enumerar sus ventajas. La Escuela Cubana, tras su implantación insular, ya muy arraigada y expandida tanto en Latinoamérica como en España, tiene ahora en este primer libro de María Cristina Álvarez un serio punto de partida, una apoyatura bibliográfica de valor que articula el campo de actuación de los mentores.
Ediciones Cumbres.