El rufián Castrucho

"Lope de Vega no era español, Lope de Vega inventó España". Si tiene razón el director mexicano Luis de Taviria, pocas veces como en ésta tenemos ocasión de comprobar cómo pudo el fértil ingenio de Lope de Vega inventar una España sin cortapisas morales ni sociales, tan parecida a la España que conocemos que nos puede caber la duda de que somos los hijos de su invención. En esta alborotada comedia de matemática perfecta, el ingenio de Lope nos propone una provocación constante a la ironía, a la compresión de los deseos humanos mediante una jovial y cruel mascarada del poder militar del Imperio y, sobre todo, de sus debilidades eróticas.
                                                                          Juan José Granda, Director de la RESAD.

  
Lope de Vega fue uno de los pocos, si no el único, capaz de recoger la herencia de La Celestina en lo que ésta tiene de exaltación vitalista y a la vez de angustiosa reflexión sobre los efectos del amor y de incorporarlo a su teatro.
                                                                                                Fernando Doménech Rico.

  Una inteligente lectura del texto original, una adaptación bien informada y respetuosa, una puesta en escena tan descarada como la pieza requiere y un grupo de notables actores al servicio de todo ello pueden ofrecer resultados inesperados.
                                                               Miguel Medina Vicario (Reseña, diciembre 1999)

  Editorial Fundamentos.