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La selva es joven y está llena de vida



ISBN: Pliegos-46

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En esta ocasión el autor argentino trabaja de nuevo con una pieza musical 'A floresta é jovem e cheja de vida' (La selva es joven y está llena de vida) del compositor italiano Luigi Nono (Venecia, 1924-1990). Nono se enfrentó con su música a las injusticias y contradicciones del mundo contemporáneo, algo que García comparte desde sus primeros montajes y que se hace aún más evidente en los más recientes como 'Haberos quedado en casa, capullos' (2000), 'Compré una pala en Ikea para cavar mi tumba' (2002) o 'Agamenón. Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo' (2003). Es el mismo proceso teatral que ha usado Rodrigo García para hacer su aproximación a la obra "A floresta é jovem y cheja de vida" de Luigi Nono desde un punto de vista escénico. La selva se representa encima de una mesa blanca, de las que se encuentran en cualquier gran superficie para una terraza o un jardín; un acúmulo de plantas verdes que dejan entrever cosas, como si de una selva se tratase. La imagen es de instalación artística. Donde todas las cosas acumuladas, desde el gato dorado que mueve su pata hasta los pequeños muñequitos para maquetas, son como interrogantes para el espectador. Como mensajes cifrados por el artista en un código aparentemente compartido que muestra su posibilidad de ser leído a la vez que resulta imposible leerlo. Al lado, otra mesa de iguales características, acogerá la parte de performance. Un gran barreño lleno de chocolate caliente de cobertura en el que se irán bañando distintos símbolos. Un baño que huele al rico chocolate y, un poco, al desagradable chocolate quemado. Antes y durante, los actores leen. Leen un posible cuento o historia corta de petite fille saucisson y sus amigas, seres globalizados, que acaban haciendo cola para comer una hamburguesa del Burger King de la plaza de Antón Martín. Selva, acciones y lectura que se oye pero que no se ve en escena, lugar donde se produce, sino en una proyección en vivo y en directo sobre la pantalla que ocupa el fondo (lugar donde los primeros planos atraen y ocupan la imaginación del espectador).
Lectura, situación, olores, escenario. Exigencia para los pocos espectadores que tienen acceso al espectáculo en una sala en la que las butacas se han reducido a un mínimo para que los asistentes se consideren seres elegidos. Pues el lujo no es para todos. No es para cualquiera. Una sinestesia que produce en el público una situación, una predisposición a la escucha de hoy en día, en cualquier caso, alejada de la planteada por Nono, en una obra inspirada en las guerrillas revolucionarias y resistentes del Vietcong y que pretendía animar los mismos movimientos allá donde fuere. Perdida esa referencia a su origen, Rodrigo escribe. Descontextualiza para contextualizar. Y hace escuchar a un puñado de músicos, soprano y actores vestidos de vacaciones, que entre fragmento y fragmento que les corresponde tocar se sientan o se tumban en el suelo. Relax de verano, tal vez, frente al Mediterráneo. Ese mar en el que parecen comenzar todas las historias, todos los viajes, al menos si se mira desde la perspectiva de un occidental. Un mundo viejo que mira, posiblemente desde la caduca Venecia, no sólo la de sus palacios sino también la de las bienales y su festival de cine, a una atemorizante joven selva asiática que, al contrario que dicha ciudad, está llena de vida. Y no hay nada que asuste más que la vida. Ni siquiera la muerte.

 

Pliegos-46

Ficha técnica

Editorial
Pliegos de Teatro y Danza

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